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Una semana de mar y morbo, cada día una sorpresa. Parte II

23 de marzo de 2023 0 Comments #Masturbación #Una Mano amiga

Una semana de mar y morbo, cada día una sorpresa. Parte II

Experiencia por: Paul Lazo
Categoría: Experiencia + Ficción
Fecha: 23/03/23

Ésta es la segunda parte del relato Una semana de mar y morbo. Si no lo has hecho, te recomiendo que leas antes la primera. Espero que lo disfrutes.

Segundo día. Nivel 2

Esa noche no pegué ojo. La paja en el barco con aquel desconocido había sido el inicio de vacaciones más caliente de mi vida. Lo ocurrido después en los baños del centro comercial me confirmó que a los tíos las pajas conjuntas nos molan más allá de la adolescencia.

Me desperté tarde, las chicas ya estaban casi listas para irse a la playa. Me encontré en el comedor con novio de aquella amiga, al que pillé con otro tío en el centro comercial. Estaba mojando en el café unos churros que había comprado de camino. Iba a morder uno cuando me vio aparecer. Le dio un buen bocado y me saludó sonriendo.

  • Necesito un café- dije confundido, consciente de que estaba demasiado dormido para interpretar con claridad ninguna señal.

Aun dormité un rato en la playa. Cuando el sol comenzó a apretar me di un baño. El agua estaba fresca y me espabiló.

-¿Alguien se viene a dar un paseo?- pregunté sin mucha esperanza.

-¿Otra vez?- me preguntó mi novia sin apartar los ojos de la revista que estaba leyendo.

  • Hoy voy en la otra dirección, a ver donde acaba la playa.

  • Yo me lo sé- contestó el novio de la amiga, el del churro y el centro comercial.- pero si quieres te acompaño.

  • ¡Ay madre- pensé alarmado- como saque el tema de lo del baño no sé que voy a responderle!

Nos alejamos los dos cruzando unas pocas palabras que nos salían por compromiso y por rellenar silencios incómodos. Hubiera preferido que se quedara, el paseo estaba resultando un poco incómodo. Haberlo cazado por accidente el día anterior no ayudaba. Convertía el silencio en un ruido atronador que impedía hablar de cualquier otra cosa. Llevábamos un rato sin decir nada. Decidí que los mejor sería tirar del esparadrapo con fuerza.

-Lo de anoche en los…- se arrancó él para mi sorpresa.

  • No te preocupes por…- dije yo al mismo tiempo.

Nos reímos. La tensión se redujo de pronto.

-Te decía que igual alucinaste anoche cuando me viste salir de aquel baño del centro comercial. Bueno, quería explicártelo.

-No hace falta. No es asunto mío.

-Gracias, eres buena gente. Aun así me gustaría explicártelo si no te importa.

-Como tu quieras.- y comenzó a contarme.

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Él no sabía dónde terminaba aquella playa pero yo si. Cuando la noche anterior salí de aquel baño y me lo encontré de frente casi me desmayo de la vergüenza. Pero supe enseguida que podía confiar en él. Sentí ésa camaradería que tenemos entre los tíos aunque apenas nos conozcamos.

Además, lo reconozco, V. estaba muy bien. Hacía dos días que lo conocía pero era un tío que desprendía confianza en sí mismo y muy buen rollo.

Despertó mi interés en cuanto le vi el día anterior salir del agua y acercarse a la toalla con el bañador mojado dibujando un buen paquete.

Cuando propuso dar un paseo me apunté sin pensármelo. Además quería agradecerle que no me hubiera montado ningún pollo la tarde anterior. Paseábamos incómodos, era mejor dar explicaciones y sabía que él no me las iba a pedir.

  • Era un compañero del equipo. A veces salimos tan calientes de los entrenamientos que nos echamos una mano para relajarnos- le confesé a V. que caminaba con la vista perdida en el horizonte.- Gracias por mantener el secreto-.

  • Claro tío, sin problema. Todos tenemos nuestros secretos.

  • ¿Cuáles son los tuyos?- bromeé. Quería pasar página cuanto antes.

  • Sé que al final hay una playa nudista.

Me sorprendí.

  • Lo sé, ¿te he jodido el plan?, ¿querías venir sólo?

  • Quería ponerte a prueba.

Me miró riendo y disfrutando de la vergüenza que me estaba haciendo sentir.

  • Pues sí, quería verte en bolas, ¿Qué pasa?

Soltó una nueva carcajada y siguió avanzando.

  • ¿Cuánto falta?

  • Empieza detrás de esas rocas que ves ahí delante.

Pasamos al otro lado. La playa nudista formaba una media luna que no alcanzaría un kilómetro de largo. Detrás se formaban unas pequeñas dunas y tras ellas un bosque de pinos retorcidos por el viento. No había mucha gente. V. se paró maravillado por la vista y sin apartarla se sacó de golpe el bañador, como si le quemara.

-¡Vamos o qué!- y de un salto saltó de la piedra hasta la arena y enfiló la orilla.

Me quité el bañador y le seguí. Reconozco que estaba un poco confundido con su forma de comportarse.

Nos estuvimos bañando durante un rato, primero cada uno a su rollo, luego hablamos un rato en el agua. Empezamos a sentir frio, salimos y nos tumbamos sobre la arena donde habíamos dejado los bañadores. Se arrancó a hablar.

  • Ayer me pajeé con un tío.

Yo que me tapaba los ojos del sol con los antebrazos me olvidé hasta de respirar. ¿Había oído bien?

  • Lo conocí en el puerto. Fue el que me invitó a navegar. Cuando llegamos a alta mar nos hicimos un pajote que no se me va a olvidar en la vida.

-Joder tío- contesté riendo- no me cuentes esas cosas que me empalmo y aquí no hay manera de disimular.

Se incorporó y me miró la polla sin disimulo. Volvió a tumbarse.

  • Pues sí, se te empieza a levantar.

  • Pues esto no hay quien lo pare. Qué cabrón, seguro que es lo que querías.

  • ¡Exactamente!- dijo levantándose, también medio empalmado- Será mejor que busquemos un sitio antes de que sea demasiado tarde y demos más la nota.

  • Vamos donde los árboles, pero no creo que vayamos a estar solos. Ahí siempre hay movida.

Caminamos entre los árboles buscando algún lugar discreto. Como había advertido allí no éramos los únicos aunque no pareció importarle. Llegamos a un pequeño quebrado entre los pinos que nos aseguraba cierta protección. No había nadie alrededor. Nos colocamos frente a frente. Reímos nerviosos. Cada uno acarició su polla; durante la caminata se nos habían bajado un poco. Se pusieron duras enseguida. Empezamos a pajearnos.

Nos mirábamos las pollas y cómo nuestras manos las pajeaban. La situación no podía ser más cachonda. Alzó la mano que tenía libre y la puso sobre mi hombro. Respondí a su invitación haciendo lo mismo. La fui bajando lentamente por su pecho y su abdomen hasta que acaricié el principio del vello púbico. Apartó su mano, dejando la polla cimbreante esperando que yo continuara.

La aferré con suavidad y la empecé a pajear al mismo ritmo que me pajeaba la mía. No podía apartar ni la mano ni la mirada de V. ¡Cómo disfrutábamos!

Aparté mi mano de mi polla, él la acogió enseguida entre sus dedos. Siguió con la paja aplicando la presión exacta. Aproveché para recorrer cada músculo de su espalda y su pecho con mis manos. Nos miramos. Nos sonreímos y él entrecerró los ojos. Le besé en los labios. Él reaccionó abriendo un poco la boca. Nuestras lenguas se encontraron. Abajo nuestras pollas chocaban una con otra.

Cuando acabó el beso abrimos los ojos. Yo no estábamos solos. Un tío se acariciaba el rabo a unos metros de nosotros. Los suficientes para no molestarnos.

  • ¿Alguna vez te la han chupado?- me preguntó.

  • Si, ¿y a ti?

  • Un tío no.

  • Pues vas a alucinar.

Le agarré por las caderas y fui deslizando los labios por su cuerpo que sabía a sal por el baño que nos acabábamos de dar. Su polla chocó contra mi barbilla y me avisó que había llegado justo donde yo quería. Me separé unos cuantos centímetros, y no eran pocos; los que medía su rabo.

Miré hacia arriba. V. me sonreía. Se notaba el deseo en su mirada. Me propuse hacerle la mejor mamada del mundo. Sin dejar de mirarle entreabrí la boca. Acerqué los labios a su capullo. Enseguida noté la humedad y el sabor salado. Estaba lubricado de sobra para lo que iba a hacer. Con la lengua rodee el extremo de su polla, carnoso, duro, caliente y muy suave. Abrí más los labios. Su polla entró lentamente en mi boca, sentía su contorno. Mi lengua acarició el frenillo según entraba. Sabía que aquello iba a producirle mucho placer. Así fue. Gimió.

Sin dejar un centímetro estuve metiendo y sacando su polla de mi boca durante un buen rato. A veces más rápido, a veces más suave. Un par de veces me concentré en recorrer con la lengua cada centímetro de su capullo.

Me levanté. Su cara era sinónimo de placer. Sonreía, pero sus ojos decían que quería más. Nuestros cuerpos se unieron, su pecho, sus piernas, su polla, todo estaba unido a mi cuerpo. Me besó y con su mano acarició mis huevos con suavidad. Empezó a bajar. Yo sabía hasta donde lo haría.

Al llegar a mi polla noté como de una vez entraba entera en su boca. Noté el calor, la humedad y una ligera sensación de vació que hizo que la polla se me pusiera tan dura como la rama de cualquiera de aquellos pinos.

Si aquella era su primera vez desde luego iba a aprobar con nota. No tardé mucho en notar que me quedaba poco para correrme. Y por las ganas con las que me la chupaba pensé que a él tampoco.

-Ven- le susurré- No me queda mucho.

Se levantó. Me besó de nuevo y acariciando nuestros cuerpos con la mano libre, nos seguimos pajeando unos minutos más. Mi polla resbalaba por mi mano a causa de su saliva.

Se habían sumado un par de mirones más. Creo que disfrutaban tanto como nosotros.

Ya no podía más, le agarré por el cuello, arqueé la espalda hacia atrás. El me cogió por la cintura, se inclinó también hacia atrás intentado que nuestras pollas estuvieran lo más cerca posible pero durante nuestras corridas. Nuestras pollas empezaron a disparar casi al mismo tiempo. Su lefa chocó contra mi cuerpo, la mía contra el suyo. Una y otra vez. Comenzaron a resbalar lentamente. Vi como su cuerpo se agitaba rítmicamente, el mío también sufría espasmos de placer. Aquel momento duró una eternidad, parecía no acabar. Pocas veces había tenido un orgasmo tan intenso y largo.

Cuando todo pasó nos miramos y reímos. El se dio media vuelta. Para sorpresa de todos, también la mía ordenó.

  • Se ha acabado el espectáculo. Circulen.

Nos limpiamos como pudimos y en cuanto llegamos a la orilla saltamos al agua.

  • Pedazo de mamada me has hecho, cabrón. Tienes técnica.- me confesó.

  • Pues tú no podías haber empezado mejor. Apruebas primero de mamada.

  • Por si acaso lo estás pensando no tengo pensado empezar segundo.

Me reí. Eso ya lo veremos.

¿Continuará?

Agradezco vuestros comentarios. Podéis dejarlos en el apartado de comentarios de esta entrada o directamente a paul_lazo@proton.me Espero que os haya calentado. P.L.

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